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Paz y Ciencia

lunes, 19 de noviembre de 2012

La luz del mundo brilla a través del niño interior

El niño interior lleva consigo nuestra historia personal, y es el vehículo tanto de nuestros recuerdos del niño real como del niño idealizado del pasado. Es la cualidad verdaderamente viva de nuestro interior. Es el alma, aquello que experimenta en nosotros a través de todos los ciclos vitales. Es la víctima. Y es el portador de la renovación a través del renacimiento, apareciendo en nuestras vidas siempre que nos desidentificamos y que nos abrimos al cambio. En el poema "The Holy Longing" [Selige Sehnsucht], Goethe, el gran pensador europeo de los siglos dieciocho y diecinueve, ensalza esta notable cualidad del ser humano: Díselo a una persona sabia o quédate en silencio, porque el hombre ordinario se burlará en el acto. Celebro lo que vive de verdad, lo que anhela hastala muerte... Y si no has tenido esa experiencia -morir y así crecer- no eres más que un huésped aturdido sobre la oscura tierra. La experiencia de este proceso de renovación equivale a experimentar las posibilidades creativas del niño interior simbólico. "Morir" -esto es, entregarse a un período de transición- permite el nacimiento de nuevas posibilidades. "Renuncia lo que tienes y recibirás", dice el proverbio latino. Cuando algo deja de ser, el niño aparece como una posibilidad interna que irrumpe en nuestro mundo pleno de su ingenua vitalidad. "Al proceso de morir psicológicamente, mientras uno todavía está vivo, sigue el renacimiento o la renovación psicológica", señala Ralph Metzner en su libro "Las grandes metáforas de la tradición sagrada". Entonces nace un nuevo ser -una nueva manera de ser- imaginado como el resplandeciente niño simbólico. "El niño recién nacido todavía está vinculado al Tao, a la fuente de su vida y de su manifestación, motivo por el cual deberíamos emularlo", añade Metzner. "Como dice Chuang Tsu: ¿Puedes ser como un recién nacido? El bebé llora todo el día, pero su voz nunca es ronca porque no ha perdido la armonía con la naturaleza". Este niño eterno y verdaderamente vivo se encuentra en el corazón de nuestro ser esperando encarnarse en nuestros actos y nuestras actitudes. Y la luz del mundo brilla a través de él.

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