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Paz y Ciencia

domingo, 11 de noviembre de 2012

DIOS


Pensar que una mano mueve el mundo no es más que una superstición. Las manos de Dios son nuestras manos. Dios, podríamos decir, es una actitud, no es un señor con barbas. Los cristianos tenemos que llevar a Dios donde hace falta, porque Dios es Amor.

El espíritu de Dios es el vínculo que pasa a través de todos los seres, conectándolos, constituyéndolos. A ti, a mí, a nosotros y a todos nosotros.

...

No recuerdo quién fue el que dijo que la casualidad es el pseudónimo de Dios cuando no firma. Por eso no es casual que nos encontremos aquí.

Estoy convencido profundamente de que no es nuestra vida la que vivimos, sino la vida de esa realidad que llamamos el Espíritu de Dios.

Nosotros, los humanos, buscamos durante mucho tiempo en el exterior, en la pareja, en el mundo, en las cosas... hasta que caemos en la cuenta de que todo ello no es más que una llamada de lo eterno que está dentro de nosotros.

El anhelo más profundo, consciente o inconsciente, de toda persona es experimentar su naturaleza más honda.

Quien la experimenta sabe que morir es solamente un cambio de la forma. Cambiaremos nuestra forma, pero permanecerá lo que somos en lo más profundo: somos vida de Dios.

Lo inefable se revela en nosotros igual que se reveló en Cristo. La realidad del Espíritu es una potencia dormida que debe desplegarse. Ésa es la tarea.

La vida humana es relación. Somos personas en la medida que hemos encontrado en nosotros mismos, en nuestro propio yo, el primer Tú con quien relacionarnos. No hay yo sin tú.

Ahora os invito a todos a recogeros. A entrar en vosotros mismos y meditar. He venido de lejos, porque me lo pidió Carlos, para hacer silencio con vosotros durante una semana. No poseo nada más que este misterio de esperanza.

Y ahora, por favor. Silencio. Sentid vuestra respiración y entrad en vosotros.

Mercedes Nasarre Ramón: "Un psiquiatra se pone a rezar". Ed. Pirineo, Huesca.

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