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Paz y Ciencia

domingo, 3 de febrero de 2013

Jordi Évole



Pregunta. ¿Ya ha pedido a Bárcenas para su feria de monstruos?
Respuesta. Hay un problema: creo que va antes Hermida, ¡ja, ja, ja!
P. ¿Qué le pareció la no entrevista al Rey?
R. No se puede vender el titular de que un periodista se va a enfrentar a un rey si luego va y hace eso. Lo último que este país reclamaba era una entrevista así.

PERFIL

-Cornellà de Llobregat (Barcelona), 1974. Es padre de un hijo de cinco años.
-Tras alcanzar la fama con su personaje de El follonero junto a Buenafuente, desde 2008 conduce en La Sexta el espacio de entrevistas y reportajes Salvados. Hoy arranca temporada con un programa sobre la educación.
-Premio de Periodismo Manuel Vázquez Montalbán.
P. España quiere caña.
R. Claro. Pero es un problema de la Casa Real, que no sabe leer lo que pide la sociedad: transparencia, comunicación, cambio…
P. Pero, ¿acaso son esas cosas compatibles con la monarquía?
R. Pues sí. El príncipe Felipe lo podría hacer. Pero no le dejan. Él va a ser el ejemplo claro de esta generación: muy bien preparado, pero no le van a dejar ejercer. Se tendrá que ir a otro país.
P. Vaya: Felipe, rey, ¡pero de otro país!
R. Príncipe o rey de otro país, sí. Es que aquí no le dejan desarrollar su carrera.
P. Periodismo-ficción. ¿Cómo habría tratado usted al Rey si le hubiera entrevistado?
R. Pues no le hubiese llamado tantas veces “señor” y hubiese intentado que se mojara en temas de los que la gente quiere que se moje. Eso sí, debe de imponer entrevistar a todo un rey, ¿eh?
P. ¿Por qué demonios le conceden a usted las entrevistas sus personajes? Resulta casi inconcebible. Por la tentación de la buena imagen, se supone… por el ombliguete. Son como divas…
R. Hay gente que sale muy bien parada y otra que no. Lo que sí está pasando es que los hijos de entrevistados a los que perseguimos desde hace mucho les dicen a sus padres: “Papá, tienes que ir a Salvados”. Y algunos invitados nos dicen: “No pensaba venir ni loco, pero mi hijo me ha insistido tanto, que…”.
P. Uno de los grandes momentos de la historia de la tele fue la cara de Jaume Matas siendo entrevistado por usted.
R. Matas dio respuestas sobre cosas que todos pensábamos que funcionaban así pero que nadie nos había dicho con tanta crudeza. Cuando le pregunté por qué hizo aquel negocio con aquella persona y contestó: “Es que era el duque de Palma…”, pues… flipamos. Esa entrevista la ha metido en el sumario del caso Nóos el juez Castro. Soy muy fan suyo.
P. Viéndose a usted mismo preguntando, ¿cómo ve el periodismo de este país?, ¿certero? ¿eficaz?, ¿acomodaticio?, ¿cortesano?
R. Echo en falta más riesgo. Nuevas caras y nuevas voces. Últimamente, solo las oigo en el programa de Javier del Pino en la SER. Hay tertulianos nuevos, no de esos que se tiran toda la semana en tres emisoras distintas y en tres cadenas distintas.
P. Bueno, hay una aristocracia de la prensa. A veces chulesca, interesada y obsoleta.
R. Pues hay que dinamitar la aristocracia de la prensa. Hay mucha gente con mensajes nuevos, y una ciudadanía con más ganas de saber que nunca.
P. Viendo la marcha del país, ¿no le tienta cambiar lo de Salvados por Sálvese quien pueda?
R. ¡Ja, ja, ja! Yo creo que España necesita un año sabático. Debería pedir a la Unión Europea o a la ONU una excedencia, no puede seguir viviendo así. Le va a dar algo. Está estresada hasta las cejas. Hay que resetear España.
P. ¿Qué haría usted con los que han robado dinero público?
R. Mmmm… no soy muy castigador. Algo clásico: que copien mil veces “No volveré nunca más a pagar en negro” en la Puerta del Sol. Y te aseguro que si yo soy el presidente del Gobierno y me acusan de haber cobrado en negro, a los diez minutos estoy dando una rueda de prensa para decir “¿pero qué decís?”. Si no sales, las dudas se multiplican.
P. ¿El preguntador tiene que ser el enemigo del respondedor?
R. Amigo, desde luego, no. Yo no me tomo cañas con la gente a la que entrevisto. No quiero empatizar con ella. Cuando hice entrevistas a gente que admiraba, fueron una mierda. Como con Sabina. Me decía a mí mismo: “Pero si este tío me ha hecho pasar momentos estelares de mi vida… ¿para qué le voy a incomodar?”.
P. Defiende el uso de Twitter mientras se ve la televisión. Y digo yo: mientras se escribe el tuit no se puede estar atento a la tele. Y te puedes perder el momento de oro. Y luego no lo podrás twittear. Todo esto ¿no es absurdo?
R. Tienes razón. No sé, a lo mejor hay una generación capaz de hacer dos cosas a la vez. Yo no.
P. ¿No hay exhibicionismo en el uso de Twitter y Facebook? Un poco “mi momento de gloria”...
R. Sí, pero yo, a ese momento de gloria de alguien que no tiene otra plataforma para expresarse, le aplaudo con las orejas.
P. ¿Durará el momento de gloria de Jordi Évole?
R. Eso espero. Espero no ser una puñetera moda.

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